Inflación, Desinflación y Deflación: Lo que Debes Saber Ahora

Agosto 11, 2023 07:28

El jueves, la Oficina de Estadísticas Laborales de EE. UU. publicó los últimos datos de inflación en el país, con un aumento de la inflación anual hasta el 3,2 %. El miércoles, la Oficina Nacional de Estadística de China anunció que la inflación anual en el país había pasado a terreno negativo, cayendo hasta el -0,3 %.

Hemos oído hablar en numerosas ocasiones sobre la subida de precios este último año, pero ¿qué ocurre cuando la inflación se torna negativa? ¿Y por qué los economistas la temen más incluso que una inflación alta y positiva? ¡Averígualo en este artículo!

¿Qué es la inflación?

Aunque hace un par de años mucha gente no estaba familiarizada con el concepto de inflación, ahora casi todos podríamos enunciarla con los ojos cerrados.

La inflación mide el ritmo al que suben los precios en una economía durante un periodo de tiempo determinado. Por consiguiente, la inflación también puede considerarse como el ritmo al que el capital pierde poder adquisitivo.

¿Qué es la deflación?

La deflación es el proceso contrario a la inflación, que se produce cuando hay una caída general de los precios en una economía y, como consecuencia, un aumento del poder adquisitivo del capital.

Es importante que no confundamos este concepto con la desinflación, que refiere a una disminución de la tasa de inflación y que actualmente está ocurriendo en muchas de las principales economías del mundo. La desinflación se produce cuando los precios suben, pero el ritmo al que lo hacen disminuye.

Por ejemplo, en junio, la tasa anual de inflación en Reino Unido cayó al 7,9 %, frente al 8,7 % del mes anterior. Se trata de un caso de desinflación. Aunque los precios siguen subiendo anualmente, el ritmo al que lo hacen se ha desacelerado.

La deflación se produce cuando los precios bajan durante un periodo de tiempo y se manifiesta cuando la inflación pasa a terreno negativo, como hemos visto en China a principios de esta semana. La caída de los precios puede sonar atractiva a primera vista, pero no es necesariamente algo bueno. De hecho, buena parte de los economistas temen más la deflación que la inflación. ¿Por qué será?

¿Por qué existe un temor inherente a la deflación?

¿Qué tiene de malo la deflación? La caída de los precios beneficia a los consumidores, que comprarán más e impulsarán un mayor crecimiento económico, ¿verdad? Son argumentos lógicos y, a corto plazo, una caída temporal de los precios puede repercutir beneficios a una economía.

Sin embargo, si la deflación se consolida y los precios siguen cayendo durante un periodo de tiempo prolongado, empezarán a surgir problemas derivados. La caída de los precios provocará un descenso de los ingresos de las empresas, que recibirán menos capital por la producción y venta de la misma cantidad de bienes y servicios.

Al disminuir los ingresos, las empresas necesitarían ahorrar costes, lo que llevaría a reducciones salariales y, en última instancia, a recortes de plantilla. La caída de los salarios y el aumento del desempleo provocarían una reducción de la demanda agregada, ya que los consumidores dispondrían de menos capital para gastar. En igualdad de condiciones, esta disminución de la demanda acabaría reforzando el efecto bajista sobre los precios.

Además, si los precios se encuentran en descenso, puede llevar a los consumidores a retrasar las compras en la medida que sea posible, con la esperanza de que dichas compras sean más baratas en el futuro. Por ejemplo, si uno quiere comprar un coche pero sabe que dentro de un año será más barato, puede terminar decidiendo posponer la compra.

Además de que la caída de la demanda refuerza el efecto bajista sobre los precios, el consumo es el componente más importante del Producto Interior Bruto (PIB) de una economía, que mide el crecimiento económico. Por consiguiente, la deflación puede provocar una caída del consumo, un aumento del desempleo y, a la larga, una contracción del crecimiento económico.

¿Por qué China se enfrenta a una caída de los precios?

Mientras buena parte de los países del mundo lucha contra la subida de precios, en China los precios van en dirección contraria. ¿Por qué?

Cuando parte de las principales economías del mundo cesaron las restricciones asociadas a la pandemia, la oferta luchó por seguir el ritmo de la creciente demanda, lo que provocó un aumento de los precios. Después, Rusia invadió Ucrania, lo que disparó el precio de la energía y, como consecuencia, de la inflación.

Sin embargo, el caso de China es muy diferente.

Mientras las campañas de vacunación se llevaban a cabo con éxito y gran parte de los países volvían a abrir sus puertas al comercio, China seguía adelante con su estricta política de tolerancia cero frente al Covid, manteniendo la demanda interna algo enclaustrada. Tras revueltas sociales a finales de 2022, China abandonó su política restrictiva, lo que condujo a la tan esperada reapertura de su economía.

Sin embargo, hasta ahora la gran reapertura ha sido verdaderamente decepcionante. No sólo la demanda interna se ha mantenido en terreno frágil, sino que las exportaciones también están cayendo, lo que ha resultado en una presión a la baja sobre los precios.

Entonces, ¿qué pasa con el precio de la energía? Mientras los países occidentales se apresuraron a rechazar las exportaciones rusas de petróleo y gas en respuesta a la guerra en Ucrania, China adoptó el enfoque opuesto. Tras la invasión rusa de Ucrania, China ha incrementado sus importaciones de energía barata procedente de Rusia, asegurándose así de escapar a los altos precios mundiales.

Inflación vs deflación

Normalmente, se considera que la deflación es más negativa para la economía que la inflación, y los bancos centrales tienen como objetivo activo una tasa de inflación baja y estable, en torno al 2 %.

La razón de este objetivo es que una tasa de inflación baja beneficia a la economía, ya que fomenta el consumo en detrimento del ahorro. Un mayor consumo se traduce en mayores ingresos para las empresas, más empleo y un mayor crecimiento económico. Sin embargo, es indudable que la inflación se torna problemática cuando aumenta en exceso, como ha venido sucediendo en los últimos años.

Aunque una inflación baja y estable puedan ser buenas noticias para una economía, la deflación a cualquier escala suele considerarse negativa y es especialmente difícil recuperarse de ella, como ha demostrado Japón en las dos últimas décadas.

El impacto potencialmente negativo de la deflación sobre el consumo, el empleo y el crecimiento económico es la razón por la que los bancos centrales y los economistas tienden a temerla más que a la inflación. Por ello, tras las cifras de inflación del miércoles, es probable que aumenten las advertencias para que Pekín tome medidas decisivas e intervenga en su turbulenta economía.

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Roberto Rivero
Roberto Rivero Escritor financiero, Admirals, Londres

Roberto pasó 11 años diseñando sistemas de trading y toma de decisiones para traders y gestores de fondos y otros 13 años en S&P, trabajando con inversores profesionales.